19 nov 2010

Historias de Guerra

Los griegos tenían sus guerras internas, que si Atenas ofendía a Esparta, y éstos les clavaban palillos debajo de las uñas. Los romanos se dedicaron a la conquista mundial, una vez que lo consiguieron, se liaron con el circo. Luego vino la Edad Media, con sus infinitas guerras entre condados, principados e incluso paises. En la era moderna se nos fué todo un poco de las manos con las guerras mundiales, bombas atómicas y demás pasatiempos. A mediados del siglo pasado se enfriaron los ánimos, y la guerra. Por aquello de la destrucción mutua asegurada. Y ahora, en los albores del siglo XXI ¿qué tenemos?

Demos por hecho que nuestra especie, el Homo Sapiens Sapiens, es guerrero por naturaleza, que nos gusta mucho lo de salir a tomar unas cervezas con los amigos, si. Pero que si de vez en cuando podemos dar un cachiporrazo a alguien para sacarle los sesos, tampoco nos aguantamos mucho las ganas. Así que cómo sociedad necesitamos una válvula de escape, algo que nos permita, soltar un par de hostias bien dadas, aunque siempre con unas normas y un control. No se nos vaya a ir de las manos y acabemos aniquilando a todo un vecindario a sillazos.

Muchos sociólogos y psicólogos dirán que los deportes pueden servir cómo ese sustituto, no seré yo quién se lo niegue. Pero creo que se olvidan de el principal campo de "batalla controlada" que tenemos en nuestros días: Los Supermercados. Porque no lo neguemos, están ahí no para que te aprovisiones de comida y útiles varios, están para que des rienda suelta a tu parte animal, erigiéndote en el rey del lugar.

Me refiero a los supermercados "de barrio" no a los de las grandes superficies, eso es harina de otro costal, aunque muchas de las situaciones podrían ser extrapolables. Pero no es el caso que ahora nos ocupa.

Para empezar, empecemos por el principio. A la puerta de todos estos centros de ocio bélico, hay siempre alguien pidiendo. No falla, eso ya empieza a inquietarte, cómo para ir metiéndote en situación. Si tienes suerte y vives en un barrio pijo, el pobre de turno se cambia por un vendedor de la ONCE que anima el cotarro con unos buenos gritos guturales. Cuál vikingo increpando a voces a su enemigo para desmoralizarle, desde el otro lado del frente de batalla. Así ya logran que entres con tensión, cómo inquieto, despertando todos tus sentidos arácnidos.
Aquí, si eres de los míos: que vas a todas partes con los cascos puestos. Abres tu reproductor de música, cambias el R&B que venías escuchando por la calle, que te relaja bastante, por algo más cañero, cómo esto:


Una vez que ya estás en modo combate, inspeccionas la entrada, no vaya a ser que la primera te la den en la frente, así sin pan ni nada, y tu a verlas venir. Y ¿Qué vemos? un panorama desolador. Para empezar gente derrotada, con su cara reflejando la humillante derrota a la que han sido sometidos, pagando mal agusto sabiéndose peones de un juego que jamás lograrán entender, y mucho menos ganar. También lograrás ver gente orgullosa, feliz de las victorias. Aunque éstos son los menos y los que menos tiempo esperan para pagar, ellos conocen los secretos de la victoria. Eso en frente, a los lados, puedes encontrar un servicio que te presta la dirección del local, ellos ponen las armas (no todo iban a ser desventajas y problemas). Unos viejos, casi destruidos, pero aún así imponentes carros de combate, no son el M1 Abrams de fabricación estadounidense, pero... Si hace falta, puedes crear pánico en las filas enemigas, sólo hay que saber usarlos apropiadamente. Incluso tienes unas taquillas muy monas, para que, cómo dicen los sargentos de las películas bélicas americanas: "Llevar sólo lo imprescindible, armas y munición." (luego se pasarán la noche al raso, cagados de frío...)
Yo, cómo combatiente experto, veterano en mil compras, y con un buen par de agallas entre las piernas, no necesito tales adminículos, soy más de darme de leches a pecho descubierto. Incluso últimamente he renunciado al modo berserker. El enemigo, claro, aún no lo he mencionado. Creo que todos tenéis una idea de quien puede ser pero por si hay algún despistado entre vosotros lo confirmaré. Las señoras. ¡Si lo he dicho! A las mujeres mayores de 60 años les deberían prohibir salir a la compra, o al menos hacerlo con escolta policial. No para protegerlas a ellas, si no al resto de la gente que no tiene la culpa de encontrarse con una de éstas por los pasillos de la muerte. Pero no creáis que están solas, tienen aliados: los dependientes tocapelotas, que los hay, son muchos y muy diestros en su oficio. Y las cajeras mal encaradas, éstas son las peores, encima de tener que aguantarlas, les hay que dar a ellas el dinero.

Entremos, pues, en materia. La idea principal es que todo el mundo es enemigo, no hay amigos en el supermercado, nunca los ha habido y nunca los habrá. Es un todos-contra-todos-sálvese-quién-pueda constante. Así, con éste principio bien aprendido, empezamos con lo nuestro, ir llenando nuestra cesta/carro de lo que veníamos a buscar (bueno realmente, vamos a buscar pelea, lo de llevarse comida es nuestro botín) Yo, personalmente, prefiero empezar por los estantes, no hay que tratar con humanos. Aunque también tienen sus trampas, pasillos enteros llenos de carros sin dueño, quién curiosamente aparece en la décima de segundo que tardas en apartarlo un poco para coger ese bote de mayonesa en oferta. Señoras que se encuentras después de horas sin verse contándose su vida en segundos y que puedes apartar con un "disculpe" aunque yo prefiero el gruñido, más efectivo, en fin pequeñas situaciones que pueden, o bien minar tu moral, o bien prepararte por lo que está por venir. Luego inspecciono los puestos y empiezo de menos a más. Cómo un videojuego, la carnicería suele ser un buen punto de partida.

En la carnicería, salvo en vísperas de fiestas, suele estar casi despoblada, así que hasta podemos guardar el turno tranquilamente. Sólo los vencedores comen carne (el resto se conforma con pescadito) así que puedes considerar que, salvo algún espía enemigo, estás rodeado de iguales.
Fase dos, la panadería, aquí las cosas se empiezan a complicar, la táctica es coger número lo antes posible, estar atento a los movimientos enemigos, y nunca, repito:nunca. Ceder tu lugar, eso es la muerte considera la guerra perdido, si una de esas amables señoras te empieza a tirar de golpes de cadera para consolidar tu oposición. Recuerda eres un central alemán protegiendo tu área en el saque de córner, de ahí no te mueve ni Dios. Si seguiste éstos consejos llegará tu turno y empezará la mayor batalla psicológica de tu vida: El diálogo con la panadera. No te rindas, son duras, entrenadas por los mejores servicios secretos en el arte de la tortura y la desinformación. Pero tu a lo tuyo, vienes a por pan, y pan te vas a llevar.
- ¿Qué quieres? (olé la amabilidad y el buen trato)
- Una barra de cuarto. (Repito, tu a lo tuyo)
- ¿Cómo la quieres? (aquí empieza el lío)
- De pan, la quiero de pan (¡Chúpate esa! Panadera cabrona)
- Pero ¿Poco cocida, muy cocida, cuarto corto, cuarto largo? (Son cómo robots, no entienden el concepto de piedad, nunca sueltan la presa)
- Dame cualquiera, es pan, pa empujar la comida, lo mismo me da (ahora si, indeferencia, la criptonita de cualquier dependienta)
Una vez has ganado tu primera batalla, procedes con el siguiente nivel, la frutería. Los fruteros son expertos en burocracia y protocolo, y JAMAS toques nada sin que ellos miren, o sufrirás la vergüenza. Procura que no haya apenas gente cuándo te dirijas a sus dominos. Así tendrás toda su atención y comenzará el duelo del Oeste, para ver quien de los 2 se encarga de coger la fruta. Yo prefiero que sean ellas, juegan en casa. Así que pido lo mío y si me suelta un: ¿puedes cogerla tu? utilizo mi arma secreta, en una mano la cesta, en la otra la lista, en las orejas los auriculares, hago una tremenda pausa dramática (5-6 segundos basta) y con cara de indignacion, incredulidad y mala leche suelto un ¿ehhhh? Eso destroza cualquier psique enemiga. Ellos se encargan de la fruta, y tu de saborear las mieles del triunfo.
Fase final: La charcutería. Ésta es jodida, siempre está hasta las trancas de gente, se ve que el choricito y el jamón york es la base de la dieta española, si no no hay Dios que lo entienda. Aquí hay usar todas las técnicas aprendidas hasta ahora en la panadería, carnicería y frutería (todo tiene su orden). Aunque hay que realizar ciertas variaciones. ¿Recordáis al central alemán? olvidarle, es un mariquita, ahora hay que ser cómo Fernando Hierro, además de aguantar la posición hay que soltar alguna tarrascada cuándo el árbitro no mira, el enemigo ahora es más fuerte, más duro y más cabezón. El duelo psicológico con la panadera se torna en una conversación de borrachos. La charcutera es un enemigo impasible, impertérrito. Son todas gallegas, y su capacidad de contestar con preguntas no tiene fin. Pero tranquilos amigos tengo la solución para todos vosotros:
-Quiero 250 gramos de Jamón York, de ésta marca, en lonchas finas, no me las dobles por la mitad para empaquetarlas. 150 gramos de Queso de barra, también en lonchas finas, 100 gramos de mortadela, en lonchas normales, si he dicho normales y media docena de chorizos ¡Que no arrastren pimentón o tus hijos lo pagarán! Si puedes decir todo eso, de golpe (y preferiblemente sin respirar) tendrás asegurada la victoria. Intentarán contraatacar con frases del tipo: Te va a tocar empezar/acabar el jamón. Aquí tienes 2 opciones, aceptar, porque total... jamón york sabe a nada igualmente por el principio o por el final. O ponerte mamón y pedir que te parta uno nuevo, eso ya según tengas los ánimos.
Una vez pasadas todas las fases intermedias, empieza la batalla final, el monstruo final de los videojuegos, las cajas.

En las cajas, es dónde un guerrero comprador se la juega, las señoras ya han alimentado su ego de pequeñas victorias por los pasillos, y vienen a triunfar. Tu estás un poco tocado, has subido un par de niveles en la charcutería, pero en el empeño has perdido tu espada larga +1, con los leñazos que daba... Buscas una caja, te va a dar igual, ya sabes que la que escojas será la que más lento vaya hasta que cojas las bolsas después de pagar (la segunda ley de la termodinámica es así de cabrona). Así que te plantas al final de la cola, no vas a ser tu quién inicie hostilidades.
Si hay suerte no habrá más incidentes que el niño que llora gritando, compramelooooo, comprameloooo a su indiferente madre. Pero... esos son los días de suerte, y ¿hace cuánto que no tienes uno de esos? Seguramente te tocará el fenómeno de cesta/carro fantasma, está ahí, lleno de cosas, pero no hay humano que lo represente, está por ahí metiendo los dedos en un enchufe o cogiendo las latas de atún que se le olvidaron. Te da igual, tu eres un guerrero y vas a lo tuyo, estiras un poco el pinrel hasta que llegas, empujoncito a un lado y ¡a tomar por saco!
-Oye que mi cesta estaba delante de ti y ahora está por ahí
-¿Me estás acusando a mi?
-Si, porque antes estaba delante de mi
-No lo niego, pero si tu no estabas aquí, no sabes quién la movió (vuelve a por otra)
-Me da igual, estaba antes que tu, así que yo voy antes
-Me da igual, yo llevo más tiempo que tu en la cola y pago antes (todavía me quedan más...)
-Bueno anda, si tanta prisa tienes ve tu primero (¿se acobardó? ¿tan pronto?)
-No, si prisa no tengo, pero me toca los cojones que dejes ahí la cesta pa irte a dar una vuelta.(LA VICTORIA ES MÍA)
Uno menos, queda uno. Empiezas a notar que por tu derecha un cuerpo (normalmente gordo) empieza a empujarte cómo hacia delante y a un lado... ¡ahí está! La señora de la panadería, no pudo contigo antes, y ahora busca venganza, quiere tu puesto, y lo quiere a toda costa. Recuerda: Ahora no tienes un número de turno que te proteja, esto será una lucha encarnizada que se puede saldar a tu favor con una sola frase:
- Señora no se va a colar por mucho que me empuje, así que mejor se está quieta, o empiezo a empujar yo.
Si lo haces con un tono de voz autoritario y a un volumen un punto por encima de lo normal, se acobardará y se estará quieta. Además servirá de advertencia para el futuro para los demás miembros de la cola.
Seguramente venga la típica persona con una sola barra de pan, déjale pasar. Ha venido sólo a por el pan. Es un novato, y la panadera seguramente le haya torturado durante horas con preguntas sin sentido, se merece ir lo antes posible a su casita a llorar cómo una nena derrotada.
Bueno la cola ha avanzado, estás metiendo todo lo que puedes en la bolsa a una velocidad supersónica porque ya no te quedan demasiadas energías y un traspiés ahora puede costarte la victoria total. Paga, mejor con tarjeta, así no tienes que andar haciendo malabarismos con las bolsas, el cambio, la cartera y los 34 cupones que te dió esa cajera tan simpática que cuándo vio más de 6 cosas en su cinta transportadora se chinó contigo por hacerla trabajar.

Una vez con las bolsas en la mano, te diriges a tu guarida secreta, con una sonrisa en la boca, sabiendo que perteneces al, no muy numeroso, club de la gente que vence en un campo de batalla tan infernal cómo es un supermercado. Al menos hasta la compra de la semana que viene...

Nota: Éste post es simplemente humor, está basado en cosas que me fueron pasando a lo largo de muchas compras. Tómalo cómo lo que es, la mayoría de los empleados de un supermercado son buena gente, no vamos a matarlos a todos por 4 hijos de la grandísma puta. Y si no te inflan mucho los cojones, no hace falta que seas desagradable. Aunque, cada cual que haga lo que le de la gana. Por cierto ese post está inspirado por mi colega Ricardo, que el otro día vino muy jodido de uno de éstos campos de batalla.
Nota2: La pescadería no la piso. Me gusta el pescado, pero no lo compro, cómo mucho latillas de atún, si, soy un carnívoro despreciable...